Segunda Parte
Por: Manuela Villa & Cecilia Pérez de MATER
La planta del Cannabis ha sido empleada por miles de años por las comunidades humanas, no obstante, su cultivo y su uso han sido tan estigmatizados que apenas actualmente su industria se está posicionando como una de las más prometedoras a nivel de desarrollo científico, médico y económico.
Felizmente nos encontramos en la época de la información y en un camino de transformación colectiva como sociedad con rumbo hacia la sostenibilidad, así que consideramos que es la oportunidad perfecta para la construcción de una industria del Cannabis alineada con los valores y necesidades de la naturaleza.
Si tuviste la oportunidad de leer nuestro primer artículo recordarás que mencionamos la importancia para el cultivo de Cannabis de recorrer un camino que tenga sentido (es decir, que considere al ambiente en el que sembraremos y cosecharemos nuestras plantas), pero también mencionamos que en realidad no es el caso de la actual industria ya que desafortunadamente continuamos tomando viejos rumbos y estrellándonos con la misma pared con la que la agricultura ha colisionado siempre.
Y te preguntarás ¿cuál es aquella pared con la que se continúa estrellando la agricultura y la industria del Cannabis? porque aparentemente el sector de la agricultura es exitoso, nos alimenta o cura y tiene altas tasas de generación de empleos. Si, todo esto es cierto, pero su modelo actual (con base en la revolución verde) lo ha convertido en una industria devastadora -social y ambientalmente- y una de las principales contribuyentes a la degradación del planeta tierra y al cambio climático, así que por un lado nos alimenta y nos cura, pero simultáneamente destruye el único hábitat en el que podemos vivir -disminuyendo las posibilidades de que las generaciones futuras puedan gozar de un ambiente saludable-. Por esta razón hemos analizado la industria actual del Cannabis y hemos llegado a la conclusión de que en muchos casos requiere de algunos ingredientes para tomar el rumbo más pertinente teniendo en cuenta la actual coyuntura del planeta: nos encontramos en crisis.
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Como lo mencionamos en nuestra primera entrega consideramos que si la sostenibilidad en el cultivo del Cannabis fuera un pastel en definitiva tendría estos tres ingredientes principales: la interdisciplinariedad, la economía circular y la conexión con la naturaleza o la espiritualidad.
Sobre el ingrediente de la economía circular hemos hablado anteriormente en el artículo “Marihuana y economía circular” que puedes leer aquí, sin embargo nos parece importante recalcarlo ya que actualmente la industria se basa en un sistema de producción y consumo linear, es decir se extrae la materia prima, se transforma en “algo”, ese algo se vende, se compra, se usa y se bota. Fin. Su vida útil termina en un relleno sanitario, mientras que un modelo circular permite que todos los materiales y recursos empleados en la producción sean re-utilizados y re-circulados dándoles valor productivo varias veces y transformándolos en otras materias útiles también. Entonces, ¿por qué no hacerlo? ¿por qué no transicionar hacia un modelo en el que podamos darle un nuevo valor a los residuos y recursos de los cultivos de Cannabis tantas veces como sea posible y de este modo además ahorrar nuestros recursos para que las generaciones futuras también puedan gozar de ellos?
No obstante, para aplicar este modelo económico circular al cultivo del Cannabis y a cualquier proyecto se requiere de un elemento clave: la creatividad. Este elemento clave puede incrementar sustancialmente al agregar el siguiente ingrediente a nuestro pastel que es la interdisciplinariedad, teniendo en cuenta que la creación de ideas y el planteamiento de soluciones realmente revolucionarias incrementará considerablemente al trabajar en equipo y más aún si el equipo ha sido entrenado en diferentes ramas del pensamiento, con distintos métodos de creación, de trabajo, de producción. Sin embargo, el sistema y la academia nos ha conducido a separar las ciencias y las disciplinas para encasillarlas. Nos han hecho creer que el camino es ultra-especializarnos en una única área del saber y trabajar en equipo con otras personas ultra-especializadas en los mismos conocimientos. Ya sabes: “divide y vencerás”.
Esta separación por parte del sistema se ha dado para que nos encarguemos de tareas pequeñas y disociadas, cuando la realidad es que todos los problemas o situaciones requieren de un gran abanico de formas de análisis para presentar soluciones más acertadas y holísticas. Esta separación solo nos ha hecho daño ya que absolutamente todos tenemos puntos de vista, saberes y conocimientos únicos, que al ser compartidos y tejidos entre ellos nos permitirán hallar aristas que se escapan de nuestra visión, pero que visto a través de diferentes lentes pueden ser claros y evidentes.
En la industria del Cannabis no podemos dejar de lado a ningún profesional porque todos estamos involucrados y todos tenemos una posición necesaria para movilizar este mercado hacia la sostenibilidad. Requerimos que el abogado revise todo lo concerniente a la legislación del Cannabis, necesitamos al comunicador y al especialista en marketing que creen campañas para la des-estigmatización del consumidor y para el consumo responsable, requerimos a los psicólogos, médicos, administradores, activistas, economistas, ingenieros, arquitectos, artistas, científicos de todas las áreas, físicos, químicos, biólogos.
Todos tenemos información valiosa que puede aportar a que toda la cadena de producción desde la siembra hasta el consumo final de la flor sea equilibrado con la tierra que es la fuente misma de la vida y justo con la sociedad.
El ingrediente secreto de nuestro pastel es uno que hemos estado buscando, desarrollando y aprendiendo de nuestros hermanos mayores los indígenas, los animales y las plantas por años: la conexión con la tierra.
La espiritualidad desde la perspectiva de la unión con el resto de seres que habitan este planeta. Este es un ingrediente fundamental porque es precisamente la desconexión del sistema tierra la que nos ha llevado a menospreciarla, a verla como un ente inerte e inferior a nosotros que debe servirnos. Si no logramos conectarnos de nuevo con el todo y vernos a nosotros mismos como cualquier otro organismo que co-habita este espacio -el planeta- nunca llegaremos a comprender las necesidades de la tierra, ni lograremos ser el equipo que se requiere para combatir a las amenazas que enfrenta hoy nuestro hogar.
Este ingrediente puede costarnos trabajo de entender dada la visión antropocentrista que se nos ha inculcado -el hombre por encima de todo, pero nunca como parte del todo-, sin embargo la planta del Cannabis en una de sus lecciones nos devuelve la humildad y nos demuestra de forma sencilla que somos hermanos -incluso con las plantas- con sus cannabinoides (THC, CBD, entre otros), que son la versión “planta” de una molécula que se produce naturalmente en nosotros, los endocannabinoides, los cuales hacen parte de un importante sistema de regulación en nuestro cuerpo de algunas funciones como el estrés, el humor y la memoria.
Así que si estamos diseñados de forma análoga y perfecta a una planta es imposible pasar por alto que todas las creaciones sobre la tierra estamos hechas del mismo material, somos lo mismo, y que trabajar por los animales, las plantas y la tierra es en definitiva trabajar por nuestro bienestar.
Entonces, para conseguir que el pastel esté completo y lograr encaminarnos en la ruta de la sostenibilidad requerimos equipos de trabajo interdisciplinarios que puedan aportar ideas desde diferentes perspectivas abordando así las situaciones de forma completa y compleja, buscando cerrar el círculo de producción para incorporar el segundo elemento que es la economía circular.
Sin embargo, estos dos aspectos del pastel no podrán incorporarse sin el ingrediente secreto que es la creencia y conexión con la tierra, que no, en definitiva no es un asunto de hippies abraza-árboles, es un asunto de todos. Es una necesidad real reconocernos como parte orgánica de la tierra, como un componente más de ella ya que nuestra percepción de separación nos ha dirigido hasta este punto límite de profunda crisis en el que nos encontramos en la actualidad como especie humana.
En Mater hemos decidido conectarnos con la tierra para vernos como parte orgánica del todo; creamos un equipo multidisciplinario abordando así las situaciones y problemáticas desde diversas perspectivas y finalmente buscamos que los proyectos de Cannabis que realizamos o acompañemos funcionen de forma circular.
Al involucrar estos tres ingredientes y hornear nuestro happy cake hallamos como resultado que nuestro camino a la sostenibilidad debe estar marcado por 3 rutas paralelas: la sostenibilidad ambiental, la sostenibilidad social y la sostenibilidad económica, y que estas tres rutas nos guiarán y encaminarán hacia la meta de trabajar como unidades que alivian al planeta en vez de continuar maltratándolo. Para conocer más sobre este modelo de sostenibilidad de tres vías (ambiental, social y económica) no te pierdas nuestra próxima columna.
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