Por: Cecilia Elena y Manuela Villa de Materº
La Marihuana, esa planta de la que tanto escuchamos hablar -y cada vez con más frecuencia-, ha sido empleada por las comunidades humanas desde los tiempos anteriores a Cristo, es decir, nos ha acompañado y nos ha ayudado por cientos de años. Sin embargo, debido a la histórica guerra contra las drogas, es uno de los productos mas novedosos en el mercado de la agricultura legal en los Estados Unidos. Su reciente inserción en el mercado es una ventaja pero también es una gran responsabilidad.
Cualquier producto y proceso innovador en el mercado está sujeto a muchas pruebas y errores hasta que logra ser perfeccionado, pero en el caso de la agricultura los costos de los errores pueden ser demasiado altos, y siendo realistas es posible que el planeta no los pueda soportar más.
Con respecto al cultivo de la marihuana, por ejemplo, caer en el error de consumir los infinitos galones de agua requeridos para mantener un cultivo hidropónico puede sonar tentador debido a la reducción de costos que esto supone a corto plazo, sin embargo, las facturas reales de esta práctica tendrán que ser costeadas por las próximas generaciones, quienes encontrarán el vaso medio vacío, ya que para nadie es un secreto que el agua es un recurso finito y que cada día que pasa escasea más y más.
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Afortunadamente la posibilidad de comenzar a trabajar con el novedoso mercado de la marihuana llega en la era del acceso a la información y en los años más críticos para abordar de forma sostenible las problemáticas ambientales que enfrentamos como humanidad; y aunque esto parezca un gran reto nos brinda la posibilidad de utilizar las circunstancias a nuestro favor e insertarnos en esta industria con un modelo equilibrado de economía circular. Este modelo de negocios además de traernos un infinito listado de beneficios nos dará la oportunidad que necesitamos para que la agricultura no se estrelle más contra la misma pared.
Ser parte de la economía circular significa ser parte orgánica de la naturaleza de la economía, que es circular; porque estamos en un planeta redondo, en el que la naturaleza es cíclica, y donde todo el daño que hacemos, vuelve. Y como todas las acciones que realizamos sobre la tierra, buenas o malas, regresan a nosotros, ¿qué tal utilizarlas como abono? Como los residuos que generamos a partir del desecho excesivo de alimentos y que, de forma circular, podría ser compost para regresar a la tierra, mantenerla y darle vida, pero que debido a su mal manejo se acumula en los rellenos sanitarios.
Ya que aunque tenemos las respuestas y la información, seguimos cometiendo los mismos errores y acercándonos a futuros desesperanzadores en los que el planeta simplemente no puede sostener a la humanidad. Así que sí tenemos la posibilidad de incurrir en este nuevo mercado, ¿qué tal hacerlo de forma inteligente y sostenible?.
Si la marihuana nos ha acompañado desde los tiempos anteriores a Cristo me atrevo a decirte, sin aún haberte mostrado la coherencia y lógica de los números, que cultivarla en tierra viva como parte orgánica de la naturaleza si funciona, que hacerla crecer sin productos sintéticos es rentable y que entender los procesos del sustrato vivo que favorece el desarrollo óptimo de las plantas es el futuro. Mantener los actuales patrones de agricultura no es negociable porque sencillamente no es viable, y la industria del cannabis lo puede comprobar. Pero como todo proceso debemos comenzar paso a paso, y para ser sostenibles un primer paso sería lograr que fluya la interrumpida y quebrantada circulación de los recursos desaprovechados que mal llamamos basura, y regular, de forma cíclica, el uso de otros recursos claves (como el agua).
Para no dejar el cuento aquí, el siguiente mes les queremos compartir nuestros pensamientos y conocimientos con respecto a la diversidad de ciencias que hacen parte de la sostenibilidad (enfocadas al cultivo del cannabis) y cómo el desarrollo espiritual -que es un discurso generalmente interpretado como hippie-, es a la vez muy pertinente en todo este proceso.
Materº
